sábado, 16 de junio de 2012

Juan Diego Florez "Je crois entendre"


14/06/2012 Las Palmas de Gran Canaria "Los pescadores de perlas"
Juan Diego Florez, Patricia Ciofi, Vasily Ladyuk, Felipe Bou

El tenor peruano Juan Diego Flórez  se estrenó en el papel de Nadir de «Los pescadores de perlas», de Bizet, y uno aqui no puede dejar de preguntarse, que extraño impulso autodestructivo le acometió el día que decidió empezar a suicidarse lentamente, musicalmente hablando, cuando decidió acometer papeles para los que no estaba preparado. Rey indiscutible de Rossini, su propio agente había despreciado el repertorio romántico, jactándose públicamente de que su pupilo no lo necesitaba. Acometer dicho repertorio solo era una cuestión de dinero y no hacía falta. Pero poco tiempo después de manifestarse de tal forma en un conocido foro español, salta la sorpresa y corren rumores de que quiere interpretar al "duca" de Rigoletto. No tengo datos cronológicos pero creo que este papel no era el primero que trataba de incorporar a su repertorio: "Puritanos" "Sonambula", "Hija del regimiento" son algunos de estos papeles que ya empezaban a  formar parte de su nuevo repertorio. 

Del intento de cantar el "Duca" salió escaldado viéndose obligado a cancelar "sine die" y por la prensa, nuevos intentos. Con una sensatez muy de agradecer, confesó que tal papel le afectaba a su vocalidad y que era mejor dejarlo. Pero tal sensatez no le alcanzó para los "Puritanos" "sonámbulas" y demás papeles, que le fueron pasando, calladamente, facturas impagables.
En un periodo de apenas dos años, nos vamos encontrando paulatinamente con una voz que se apaga lentamente. Una voz bella de natura, a la que su dueño cada vez mas acusadamente no puede controlar. No son solo las dificultades técnicas propias de una impostación pensada para Rossini, es el deterioro de las facultades del cantante que cada vez mas debe ralentizar el "tempo" del aria, para intentar encontrar un apoyo respiratorio que se niega a aparecer. Las ralentizaciones llegan hasta el extremo de cortar la línea de canto para tomarse el tiempo necesario antes de atacar partes complicadas de la obra. 

 La ralentización tampoco le sirve para colocar la voz de forma adecuada y de todo ello se resiente también la parte artística. Es imposible pensar en matizar, dar intención, darle personalidad a la obra, cuando tienes que ir al límite simplemente para intentar dar las notas, y como en esta ocasión, ni yendo al límite consigues afinar. 

Escuchemos el desastre:

Si se fijan hay un detalle que marca su estado vocal: En la frase "Folle ivresse, doux rêve!" es incapaz de llegar a la nota porque la voz no da más de sí. Está tan abierta que le resulta imposible dar según que nota, con según qué vocales. Algunas notas altas las trampea a base de portamentos, pero esto no siempre sirve. Y las mas de las veces da como resultado interpretaciones cada vez mas desafinadas hasta llegar a la que aquí hemos escuchado.
Observemos otros ejemplos para apreciar bien la anterior escucha.
Björling - "Je crois entendre encore" - Pêcheurs de perles.
No es la interpretación más ajustada a la idea del autor, pero nos permite observar en brutal contraste, qué es una voz bien apoyada, bien girada en el paso, cubierta, proyectada, y con los resonadores adecuados. 


 Beniamino Gigli-Je crois entendre encore 1925 (High Quality)




Todo lo contrario que el anterior, se acerca muchísimo más a la concepción original del autor,  aunque canta el aria con una dulzura rayana en el empalago, con ataques en falsete a la zona alta, que resulta en ocasiones poco estético y desagradable; La voz pierde homogeneidad con colores distintos según por donde esté cantando.
Alfredo Kraus "Je crois entendre" - Les Pecheurs des Perles - (Bizet)

Kraus sin renunciar a una voz bien apoyada, pasada y cubierta, huye de una interpretación "de fuerza" y busca el canto dulce, matizado y sin miedo a ir a la zona alta. Es, posiblemente, el mejor espejo en el que mirarse, si se quiere cantar bien un aria, a qué negarlo, difícil y complicada, que hay que llevar dentro para darle ese carácter tan particular, que no encontraremos en ninguna otra romanza.
Dicho esto, en mi humilde opinión Florez debería plantearse varias cosas: Su voz tiene unas limitaciones, por la naturaleza de la voz y por la técnica que impostó. No se puede de la noche a la mañana intentar cambiar la emisión y el apoyo que has usado toda la vida, por el que necesitarías para cantar con la técnica italiana, que es lo que está intentando. Aun cuando no tuviera la voz abierta, necesitaría un largo camino para cambiar por completo de automatismos y no caer en el falsete.

En la situación actual, con la voz completamente abierta, le resulta imposible apoyarla adecuadamente en el diafragma, de ahí todas las notas caladas desafinadas o rotas directamente. Y de ahí esas paradas en medio de la romanza para intentar encontrar el resuello suficiente, para atacar la partitura. Se hace necesario, por tanto, un replanteamiento total de los objetivos del cantante: Hasta hace poco en su página web anunciaba que iba a cantar el "Arnold" del Tell. Parece que ya lo ha retirado: pero es que cualquiera que conozca el papel se tendría que llevar las manos a la cabeza ante tamaña locura. Sin embargo sus seguidores encantados, pensando ya en colocarle el título de "Mejor Arnold de la historia", se deben sentir desolados. Y esta es la segunda cosa que debe replantearse: Con seguidores como los suyos ¿Quien necesita enemigos? Lo que tiene que escuchar es su voz y quizá prestar más atención al que le diga "Eso no" que al que le diga "¡¡¡¡Maestro, increíble!!!!!" y que cantar un aria de una ópera en un recital, no significa que dicha ópera pase ya a repertorio.
Ignoro quién influye en última instancia, y quien tiene la opinión de más peso a la hora de tomar decisiones, pero la sensación de frivolidad, de divismo, de pensar que haga lo que haga va a ir a los altares es una constante en su carrera. Y resulta muy triste que a otros cantantes con la cabeza bien amueblada, que recogen todos los días el fruto de su trabajo, se vean despellejados por fanáticos, incapaces de ver viga en ojo propio y si paja en ojo ajeno.

viernes, 8 de junio de 2012

El sufrimiento en la Opera (I)

"Los puritanos" Vincenzo Bellini
Anna Netrebko (Elvira), Eric Cutler (Arturo), Franco Vassallo (Riccardo), John Relyea (Giorgio), Maria Zifchak (Enrichetta), Valerian Ruminski (Gualtiero), Eduardo Valdes (Bruno)
Metropolitan Opera Orchestra, Chorus and Ballet
Enregistré au Metropolitan Opera de New York, 6 janvier 2007

Como toda actividad profesional que se precie, cantar profesionalmente lleva consigo un sacrificio enorme; interminables horas de estudio, cuidado exquisito de la voz, horas de vocalización, de estudio de las partituras, ensayos, viajes, soledad, cansancio.....Nada de esto es trascendente al espectador que se sienta en su butaca dispuesto a disfrutar de dos horas, o más, de su afición favorita. ¿Se pregunta alguna vez los espectadores , si los cantantes sufren en escena?. El 90% no. Se lo aseguro. Es más, el 80% padecen de sordera crónica inaudita, que puede ser del 99% si el teatro es el "Met" donde no detectan si el cantante está cantando lo que pone en la partitura o se lo está inventando, directamente.

Sin embargo existe algún teatro donde cierta parte localizada del público, léase "gallinero", no pasan ni una coma fuera de tono. ¿Exageran? A mí me parece que no. Una cosa es tener un mal día. Y otra salir a escena con unos defectos técnicos de caballo, que unido a unas facultades mediocres,  hacen irreconocible una partitura hasta llegar al punto, como el Maestro Rossini, de preguntarnos ¿Quién es el autor de esto???



Pero los únicos culpables de la "estocada en todo lo alto" a la obra no son los cantantes. No. Cuando no es el coro, es el Director musical el que pide el "Verduguillo" para el descabello final de la sufrida obra. Además juegan con la ventaja de que el autor está muerto. De otra manera es probable que las funciones se contaran por homicidios, plenamente justificados. Ningún juez los condenaría.

Todo esto viene a cuento de los espantosos "Puritanos" que la cadena "Mezzo" nos ofreció el martes 5 de junio. ¿Quien estuvo peor? Es difícil de decir. Tan solo salvó su parte con cierta dignidad, pero dejando claro que en absoluto era soprano "BelCantista" (Y digo "era" porque ya no está para nada) Anna Netrebko. Fue la única que no pareció sufrir sobre el escenario. Y eso que los sobreagudos tenían ese "halo" quebradizo que acompaña inevitablemente a una nota extrema mal recogida. No estaba gritada, pero se adivinaba que más pronto o más tarde le iba a ser imposible dar esa misma nota. Con todo, se dejaba escuchar, que es de lo que se trata, porque si nos referimos a sus cualidades dramáticas es mejor que las obviemos.

El sufrimiento lo padecimos con el resto, incluidos orquesta y coro. La sensación de estar acompañados por "el  tío Honorio" era latente durante toda la obra. El director musical nunca acertó con la lectura de la obra, ni con los tiempos, ni con la dirección en conjunto. No pocas ocasiones los cantantes, o la orquesta, iban por libre, formando un conjunto disarmónico desagradable al oído.

Con respecto al coro, la parte femenina constaba de varios elementos que pensaban que no se les oía suficiente. Y sí que se les oía, sí. Cuando este tipo de "corista-solista" se te instala en una función date por muerto. Porque  en la opera Murphy existe. Y dicha "vocecita" suele ser el timbre más feo, antimusical y estridente del conjunto. La parte masculina del coro, sin ser nada del otro mundo, al menos no estropeaban nada más.

¿Y Arturo? La salida a escena sin el velo, que lo llevaban unos "propios", llamó la atención con un centro áfono pero engolado que daba falsa sensación de anchura. Pero ¡Ay amigo! En cuanto llego al pasaje, el "Demonio de Tasmania" dio pase como por arte de magia a "Piolín" Y de la falsa anchura, pasamos al más real hilo de voz cercano al falsete. Pocas veces he oído dos "colorines" tan acusados en tan pocas notas. Eso sí; la emisión más real no ofreció ni el más mínimo asomo de musicalidad, gusto, ni por supuesto, estilo belcantista. El buen hombre debía temer el sobreagudo, como otrora habían temido la hoguera los infieles, y debía andar buscando una posición donde atacar el reb4 lo más dignamente posible. Así que, ni corto ni perezoso, paró, templó, respiró donde quiso, y entro a matar....a los tímpanos de los espectadores. Como en ese momento en el "Met" se estaba celebrando el XXX Congreso de "daño auditivo sobrevenido" agradecieron con grandes muestras de entusiasmo la momentánea recuperación de viejos tiempos....que nunca volverán si siguen escuchando a según qué cantantes, pero esa terapia nadie se la ha comentado.

Tan contentos se quedaron que ya no hicieron esfuerzos para "detectar" al resto del elenco que campaba por allí.

¿Que hice yo? Cambiar de cadena. No tuve arrestos para escuchar el "Credeasi Misera" por ejemplo. Ya había tenido suficiente de ver como el amigo Cutler en los momentos previos al reb4, con la mano cerca de la garganta buscaba el mejor punto de ataque. Yo he vivido algún momento como ese de no saber qué hacer con la voz, de temblar ante lo inevitable, de apretar "donde la espalda pierde su honesto nombre" hasta el límite y lanzarme a la piscina con un riesgo que ríase ud del "Balconing" ese, al lado de ese momento que no quieres que llegue pero que todo el mundo espera, pero yo lo hacía en clase con el maestro porque estaba aprendiendo. El gran problema es que en la actualidad, menos uno o dos tenores que tienen los papeles casi en regla técnicamente hablando, el cantante de turno destroza la línea de canto la melodía, el fraseo y lo que se ponga por delante en cuanto que huelen el fa3#... y ya no digamos cuando hay que atacar el sib3 o la zona del sobreagudo.

Y ud´s se preguntarán, ¿Lo pasa mal el cantante? Lo pasa horrible. Si el público se fijara en el lenguaje corporal se darían cuenta del drama interno. No hace poco tuve la ocasión de ver en video un "Fausto" perpetrado por Roberto Alagna. El tremendo esfuerzo para cantar el "Salut ! Demeure chaste et pure" se palpaba en cada nota, pero al atacar el do4, Roberto se apoyó en uno de los muebles del decorado y sin mirar al público atacó la nota. ¿El resultado? La voz, como si de un caracol se tratara, se fue para adentro con un golpe que recordaba al sonido que hacen los desatascadores de baño. Entretanto el cantante temblaba del terrorífico esfuerzo de hacer sonar lo que en sí mismo estaba "capando". Su problema era sujetar una nota que no puedes dejarla libre porque te quebraría la emisión, pero al mismo tiempo que la amortiguas, quieres que la oiga todo el teatro. Ríase ud de los trabajos de Hércules al lado de esto.  Y esto lo vemos en el 90% de los tenores. Se ponen de puntillas, dan saltitos, toman aire donde pueden, se agarran de la pechera, miran fijamente a un punto, que no es la boca del escenario....todo lo que a ustedes se les ocurra que habla de pánico, todo eso expresa el lenguaje corporal del cantante.

¿Y qué dicen los incondicionales del cantante ante esto? Pues nos hablan con la boca hecha agua, y con un grado de humedad del 100% en su ropa interior, de la "expresividad", la "Capacidad dramática" "De lo que trasmiten los gestos" del Alagna de turno. De música ni noticias, claro.  Esta nueva moda de resaltar los gestitos de la cara o de los saltitos en escena, como la nueva vara de medir de un cantante, provoca que el pobre desgraciado que "sólo" CANTA y encima bien, se le critique ferozmente por su "nula capacidad dramática". Y de música nada de nada, claro.

En breve la segunda parte.