lunes, 25 de marzo de 2013

Marina. Teatro de la Zarzuela. 2013


Opera en tres actos de Camprodón y Arrieta. Estrenada en el Teatro Real de Madrid el 16 de marzo de 1871.
M. Cantarero, C. Albelo, J.J. Rodríguez, S. Orfila, G. Bullón. Coro del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. I. García, dirección de escena. C. Soler, dirección musical. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 24 de marzo.

©Foto: Fernando Marcos 

 La temporada programada para el teatro de la Zarzuela por su director, Paolo Pinamonti, culminada con esta excelente producción de "Marina", debería servir de sonrojo y vergüenza pública a los responsables del Teatro Real. Responsables que si tuvieran  un mínimo de dignidad, de decencia, de vocación de servicio al público, para el que se supone que trabajan, y que es de donde salen sus orondos sueldos, si tuvieran un mínimo de vergüenza, repito, ya habrían tenido que dejar sus cargos.

Pero no. Los madrileños seguimos lamentando en el alma la presencia de "Marañones y Mortieres" en el coliseo de ópera madrileño que, a falta de mejores méritos, culpan al público madrileño de "falta de tradición", y no sé cuantas cosas más, cuando los números no cuadran, cuando el teatro real se llena de entradas "de último minuto" a precio de saldo, sino regaladas, para evitar el bochorno de ver un teatro vacío. Pero parece que es el mundo donde nos ha tocado vivir: Cuando se rechazan las mamarrachadas que proponen directores artísticos o de escena es porque "el público es un ignorante" .

Pero no solo es el público el denostado por la dupla de la vergüenza. Los cantantes españoles tampoco se han librado de acusaciones tales como "no saber cantar con el estilo adecuado" Pues bien  aquí tienen ustedes en esta Marina ¡¡tres repartos de cantantes españoles!!!

Afortunadamente nuestro viejo y querido Teatro de la Zarzuela, que durante tantos años sostuvo las temporadas de Opera, viene a poner las cosas en sus sitio. Una temporada magnifica, a la altura del teatro y de la ciudad, culminada con esta Marina: Una producción que firmarían no pocos teatros y no solo españoles: Es cierto, es orgullo de cuando las cosas se hacen bien, con cabeza, con ideas, con propuestas respetuosas con la obra que vas a poner en escena, con profesionalidad y cariño, en suma.

Y empecemos con la puesta en escena. 

Un pueblo marinero.

La propuesta escénica nos sitúa en un pueblo marinero, su playa, su muelle, los pescadores, gente humilde, con su ropa "de todos los días" decolorada por el uso o por el contacto con el salitre del mar. No hay ropa "de primera comunión". Es noche cerrada, mientras se preparan las redes. No amanecerá hasta que Jorge no llegue a la playa. En general la propuesta es muy oscura. ¿Casualidad? En mi opinión, no.

Marina es una ópera belcantista, pero también es una ópera intimista. La historia la crea el espectador, a través de las confidencias que recibimos de los personajes. Es en el fondo una ópera triste, por que incluso en el final feliz de los protagonistas hay un cruel desengaño: el del propio Pascual que acusa  a Marina de haberle engañado. Lo que no está muy lejos de la realidad, pese a que Marina no desea hacer daño.Simplemente es un error de cálculo: Suponer que la persona que acaba de regresar después de largo tiempo de ausencia, va a estar al tanto del día a día, es de una ingenuidad sin límites; y la reacción del que acaba de llegar, con toda la ilusión del mundo, no es demasiado ilógica.

Opera triste, de sentimientos confesados "al viento", guardados en el fondo, en la oscuridad del interior, sentimientos que solo viven en la noche de la intimidad, y no en el día de la realidad, concuerdan con esa puesta en escena tan oscura, pero a la vez tan sugerente.

                                                               ©Foto: Fernando Marcos

Un reto de categoría. 

"Marina" presenta a los cantantes dos retos de categoría.: 

 Por un lado vencer la tendencia "plana", dramáticamente hablando, de los personajes principales. Excepción hecha de Pascual  que va a luchar por creerse algo que su fuero interno le avisa de que no es posible. Personaje rudo, quizá el mejor retratado y con más posibilidades dramáticas. El resto del elenco es complicado: Roque vive en su mundo, donde ve "rupertas" por todos sitios. Jorge según se baja del barco se lleva la gran noticia que le deja "noqueado" para el resto de la opera, y Marina, que quiere creer que todo es un malentendido provocado por ella, se queda lamentándose esperando que algo o alguien la arregle el entuerto. 

Por otro lado una partitura endiablada que hay que CANTAR. No se trata de cantar "x" notas y reservarse para el "castañazo" final. No. Marina tiene entre sus notas una música bellísima que hay que saber sacar adelante sin caer en la trampa fácil de reservarnos para los agudos

Marina: Mariola Cantarero.

Su Marina es soñadora cuando espera, y triste cuando cree que Jorge no la quiere. El estado del alma del personaje lo retrata de forma admirable con un uso generoso e inteligente de las dinámicas: Las medias voces, los filados, el fraseo, están al servicio del personaje. No es una sucesión plana de notas esperando un agudo final. Por el contrario Mariola se luce en cada una de las frases que emite, logrando transmitir esos estados de ánimo y la belleza de la música con su voz. Mariola, en suma, nos ofrece un manual perfecto, de cómo cantar, de cómo leer una partitura, de cómo enfocarla desde otra perspectiva, sin perder de vista en ningún momento, ni la idea del autor, ni el carácter de la obra. 

Jorge: Celso Albelo

La voz de Celso ha ganado cuerpo en el centro, con un sonido  cada día  mas aterciopelado. La suya es una voz que corre por el teatro, libre y despegada, perfectamente apoyada en la columna de aire; los ataques al paso y al agudo " in maschera", los sobreagudos: con la voz perfectamente girada al resonador de cabeza. Todo ello compone un arsenal técnico que es la base sobre la que se asienta la proyección de este tenor.

Su personaje es el de un hombre que ve caerse su universo, "No es verdad, que con la ausencia" "Al ver, en la inmensa llanura del mar" cantado con la alegría del regreso y de volver a ver a su amada, a la tristeza de creer que todo es en vano: "Alma mía que has soñado" o "Feliz morada" donde canta el alma del personaje. Al igual que Mariola, Celso exprime la belleza de su voz con medias voces de ensueño, culminadas con agudos valientes y rotundos. Y aquí es donde radica el mérito de Albelo: Los agudos los tiene. No le costaría nada matizar menos y reservarse para todos y cada uno de los ataques al agudo que tiene. En vez  de eso, canta todas y cada una de las notas de la partitura con intención, con BELLEZA, que para eso estamos ante una partitura donde prima la belleza de la voz, coronada con unos agudos perfectamente impostados, con cuerpo, con alma, rotundos. El mejor ejemplo de todo lo expuesto queda reflejado en "En las alas del deseo" que acarició nuestros oídos  culminada con ese agudo "De la luna" sobre una "U", que ya hay que tener mala leche para ponerlo sobre esa vocal, seguido de "sobre el mar" escrito sobre el pasaje, y cuya dificultad técnica no es fácil de apreciar, pero les aseguro que la tiene. Saber resolver esa parte poniendo los pelos de punta es el mejor termómetro para medir la calidad del cantante. 

Roque: Juan Jesús Rodríguez.

Exhibió una poderosa voz de barítono, de centro ancho, timbradísimo, con facilidad para atacar la zona alta del registro, bien apoyado en la columna de aire. Una voz excelentemente proyectada, capaz de cantar a media voz ("Dichoso aquel que tiene" ) abandonando por una voz el discurso amargo y demostrando su capacidad para el matiz.  Una bellísima voz de barítono en suma, bien manejada por su dueño, que compone un Roque ácido y misógino. Lo que me parece un acierto. Es la primera vez que siento el "peso" del personaje, reducido en no pocas grabaciones al papel de comprimario. Juan Jesús dignifica a "Roque", siendo el eficaz contrapunto al soñador y desencantado Jorge. Una verdadera delicia escuchar a Juan Jesús, en definitiva. 

                                                                    ©Foto: Fernando Marcos

Pascual: Simón Orfila

El bajo Menorquín compone con acierto su personaje. Es el que en mi opinión mas juego dramático tiene y Orfila sabe sacarle jugo. Su voz no es la mas bonita del cuarteto protagonista, y precisamente por eso destaca: por que cuadra perfectamente con el retrato que la partitura hace de el: Un hombre impulsado por instintos primarios, carente de sutileza, ilusionado como un niño pequeño, aunque con la mosca tras la oreja, poco dado a razonar, sobre todo cuando llega la carta reveladora. La voz de Orfila empasta perfectamente con el resto del elenco y eso se nota en los números de conjunto: que los enriquece. Es quizás al que mas le cuesta ir a su zona alta, pero no la rehuye, mas bien al contrario:  la ataca con valentía, lo que es de agradecer. A mi, personalmente no me ha disgustado en absoluto.

Mención aparte merece el Alberto de Gerardo Bullón: Miembro del coro titular en papel solista: Canta con mucho gusto su pequeña parte con una bella voz de barítono. Un lujo de comprimario.

Buen hacer del Coro titular del Teatro de la Zarzuela, con momentos especialmente bellos "Marinero, marinero" O en el celebérrimo brindis.

La dirección musical de Cristóbal Soler tiene luces y sombras. En algún momento cae un poco la tensión musical, pero en general la lectura de la obra se adecua al momento.

La orquesta de la comunidad de Madrid, quizá sea lo único que suspende de toda la producción. Varias desafinaciones de instrumentos solistas y en algunos momentos un sonido de charanga impropios de una producción de este calibre y de la categoría del teatro.

Esta Marina no hay que perdérsela. El esfuerzo de los responsables del teatro merece que los madrileños le demos adecuada respuesta. El teatro de la Zarzuela está en muy buenas manos.