sábado, 17 de agosto de 2013

Don Carlo en Salzburgo, O el manual del perfecto "Verdicidio"

                                   Salzburg Festival 



Festival de Salzburgo. Viernes 16 de Agosto de 2013

Antonio Pappano conductor
Peter Stein stage director
Ferdinand Wögerbauer set designer
Annamaria Heinreich costume designer
Joachim Barth lightings
Lia Tsolaki choreography
Jörn Hinnerk Andresen chorus master

Cast:

Matti Salminen (Flilppo II)
Jonas Kaufmann (Don Carlo)
Anja Harteros (Elisabetta di Valois)
Thomas Hampson (Rodrigo, Marchese di Posa)
Ekaterina Semenchuk (La Principessa Eboli)
Eric Halfvarson (Il Grande Inquisitore)
Robert Lloyd (Un frate)
Maria Celeng (Tebaldo)
Sen Guo (Una voce dal cielo)
Benjamin Bernheim (Il Conte di Lerma/Un Araldo reale)
Members of the Young Singers Project (Sei deputati fiamminghi)
Concert Association of the Vienna State Opera Chorus
Wiener Philharmoniker
Agnes Méth movie director


"Don Carlos" creo que ya lo he comentado alguna vez, es mi ópera favorita. Sin discusión. Por eso cuando anunciaron la retransmisión de la misma, me negué a verla. Presagiaba el desastre. Pero a mi mujer le podía el morbo, y al final, para mi desgracia, la he tenido que escuchar.

He escuchado muchas, pero muchas, versiones del "Don Carlos" y esta merece un puesto en el "Top Ten" de asesinatos Verdianos. Me pregunto si le están homenajeando, o si de verdad lo que están haciendo es desprestigiarle adrede. Por que peor, no se puede cantar.

No se sabe lo que están cantando. 

Es vergonzoso : problemas de pronunciación, problemas de afinación, cantar fuera de estilo, hubo mas de un momento en que nos preguntábamos "¿Qué ópera están cantando?"¿Quien es el autor de eso?" Verdi no aparece por ningún lado. NADIE fue capaz de dotar de dinámicas a su canto, el que mas y el que menos, bastante tenía con luchar con sus problemas técnicos, como para buscar filigranas. Es la tónica general en cuanto nos metemos con algún título importante. No se canta Verdi. Se ladra Verdi.

Los que perpetraron el asesinato. 

Kauffman (Don Carlo): Una voz falsamente timbrada en la creencia y el engaño de poder cantar un repertorio que le es ajeno. No hay cambios: La Voz incrustada en los resonadores faciales: mantiene una emisión altísima, gutural, nasal para imitar un centro que no tiene, pero no para proyectar la voz.

La subida al pasaje y al agudo es un dolor: Una voz en falsete, enblanquecida, de sonido lloroso: Una voz abierta que necesita ser emitida en forte para librarla de una nasalidad que la invade en cuanto no canta en forte o fortísimo. Además no es un agudo rotundo: Pese al esfuerzo la voz no corre, se le queda atrás en la garganta con un extraño vibrato que presagia un rompimiento que cada vez que sube,  se anuncia, pero no llega, afortunadamente; Por que el día que llegue se hablará de él, mas que del famoso "Gallo " de Gedda en El "Liceo" de Barcelona.

Musicalmente Kauffman no posee ni una sola dinámica, ni un solo matiz, el suyo es un canto lineal monótono: no hay emociones: Continuamente cae en desafinaciones, algunas vergonzosamente clamorosas, impropias de un profesional, siendo mas notorias  en la zona del paso. Pero el marketing es el marketing, y gracias a eso sobrevive. Para el que se lo quiera tragar, ahí tienen un pseudo-tenor, que puede cometer la tropelía que haga falta.

Thomas Hampson (Rodrigo, Marchese di Posa): Penoso. Simple y llanamente penoso. El peor del reparto. No es que no sea una voz adecuada para el  "Marchese di Posa". Es que carece de cualquier  timbre no ya Verdiano, sino minimamente baritonal; un centro blanquecino, una subida al agudo abierta, de manera que como no existe el más mínimo atisbo de proyección, se ve obligado a gritar de manera desaforada, lo que  le lleva a perder el poco brillo baritonal que le pudiera quedar. Es el peor "Posa" de largo de hace muchos años: Suponiendo que fuera el "Posa"  de Verdi lo que estaba cantando, tal es el número de desatinos, desafinaciones y alaridos que nos dejó la criatura. La escena que mas aplaudí fue cuando en la cárcel le pegan un tiro. Tardaron demasiado, en mi opinión. El silencio mas absoluto fue el premio a su interpretación de "Son io, mio Carlo”, “Per me giunto è il dì supremo” y “Io morrò, ma lieto in core " Algo casi imposible dada la belleza de la composición. Creo que ni el mismísimo Hvorostovsky lo ha conseguido y mira que hace méritos para ello.

Y para terminar iba decir que es un  un barítono para hacer "Figaros" Mozartianos. Pero rectifico. El pobre Mozart no se merece esto. Ni los posibles y sufridos espectadores tampoco.

Anja Harteros (Elisabetta di Valois): Mientras se mantiene en la zona central es capaz de matizar algo y mostrar parte de lo que se supone fue su instrumento original. Los problemas comienzan en cuanto sube al agudo. La voz se abre perdiendo el timbre y color del centro para tornarse en un timbre desabrido y blanquecino, necesitando de la emisión en "forte" de forma constante.  Esto se paga  caro: Todo el esfuerzo centrado en la emisión motiva que  la afinación, sobre todo en la zona alta, deje bastante que desear. Conforme pasaba la representación pasaba del "forte al "mezzo-forte" castigándonos los oídos con sonidos completamente alejados de la nota que debería dar.

Ekaterina Semenchuk (La Principessa Eboli) Siendo una voz de "Mezzo", "De natura", Tiene un punto de engolamiento muy molesto que le resta naturalidad. Es una fea costumbre entre los cantantes: Buscar en la "gola" notas graves que no tienen. La zona alta se presenta un poco descontrolada, quizá buscando el carácter del personaje, que la lleva a excesos poco aconsejables. Salvó de forma digna la difícil aria del "O don Fatale", pero con la característica antes mencionada. Quizás lo mejor del reparto, aunque no me entusiasmó.

Matti Salminen (Filippo II) La edad no pasa en balde. Mientras canta a media voz todavía puede controlar su instrumento. En cuanto quiere darle vehemencia la voz suena  cascada, prácticamente rota; Pierde por completo la musicalidad si quiere mantener una emisión baja.

La escena de la Inquisición presagiaba una "ella giammai m'amo" del siguiente acto de espanto. El comienzo del aria, fue una lucha constante contra su garganta, viéndose obligado a portamentar todos los pasos al agudo que empezó quebrándose. Conforme avanzaba en el aria, Salminen, empezaba a controlar la voz , logrando ligar casi todo el aria a base de quitarle peso a la voz, es cierto, pero pudo salvar la subida al agudo de forma notable. No sé si no me desagradó por que me temía lo peor, o por que fue digno de verdad. En cualquier caso respiré aliviado. También puedo decir, que en la escena con el inquisidor fue el que de verdad mereció la pena. Al menos cantó con cierta dignidad. Su mejor frase fue: "Ah, la pieta' d'adultera consorte!". De menos a más, dentro de sus limitaciones al final dejó una sensación mas o menos buena.

Del Inquisidor no voy a  hablar, como tampoco del "Frate".  Son "De vergogna"  como acertadamente alguien del público gritó antes del comienzo del  IV acto. Impresentables, voces lamentables, técnica inexistente. Es inconcebible que en un teatro medio serio se contrate a estos dos tipos.

Solo podemos salvar, y siendo generosos, la dirección musical, que no pasará a la historia. Correcta, sin más.

El coro, flojo, y dentro de ello la parte de los tenores se lleva el premio a la peor cuerda del coro.



La puesta en escena muy sobria, pero correcta, ya que conecta perfectamente con el gusto de "Los Austrias": una decoración austera, sin el lujo que mas tarde exhibieron los Borbones. El despacho del rey mostraba los mismos azulejos que a día de hoy podemos encontrar en el dormitorio de Felipe II en "El Escorial". Un detalle que sin duda se les escapará a muchos., pero que a mí, personalmente, me deja un buen sabor de boca.

La versión representada es la traducción al italiano en cinco actos de la versión original estrenada en Francés, en la que se ha cortado el Ballet.

Y por último una reflexión. La Opera no puede seguir sostenida por el marketing. Mantener y encumbrar a espantosos cantantes como Hampson o Kaufmann solo por que la imagen les acompaña y altera las naturalezas de ellos y ellas es un cáncer que urgentemente hay que erradicar. Por que la ópera se nos muere. Simple y llanamente. Luego a los verdaderos profesionales se los machaca, solo por que no tienen la suerte de ser tan apolíneos como estos dos. La opera debe pertenecer a los cantantes de verdad. Los Hampson o Kaufmann no tienen sitio en la opera. De ninguna manera. Por mucho que les moleste a algunos.






4 comentarios:

Katja U dijo...

No puedo coincidir tanto contigo! Muy buen artículo!

paco dijo...

Amigo Apertil, disculpa que no pusiese comentario en el anterior post, no estaba en condiciones para ello....hoy hablas de D. CARLO., que también es mi favorita, quizá entre todas las demás, para mí, en D. CARLO, desde la primera nota hasta la última es lirismo puro, poseo dicha ópera cantada por Franco Corelli, Shirley Verret, Gundula Janowitz y Nicolai ghiaurov,, quizá la mejor interpretación que yo haya escuchado, y sobre el Verdicidio que has comentado, suele pasar sobre todo el los teatros sin relevancia, en provincias, quizá sea debido a la falta de presupuesto, y llevan un cartelone, muy flojo, pero en teatros de renombre, que pase eso, es para fusilarlos, en fin Alvaro, cosas mucho peores pasan.......un abrazo paco

noX dijo...

Interesante comentario.

Va a ser difícil hacer caer a los dioses de la imagen porque están mundialmente aceptados en todas partes. ¿Nadie ha notado que todas las periodistas de la tele son muy monas? Yo conozco a una periodista en paro que sí lo ha notado.

Será necesario un cambio en la mentalidad de la gente para aprender a comer alimentos nutritivos y despreciar las chuches.
Desde el punto de vista artístico son muy necesarios estos blogs para los que nos tragamos lo que nos venden.

Por cierto, aparte de que sea el ballet (cosa que me molesta) he notado mutilaciones en algunas óperas siguiendo el gusto del director o de quien sea y, por alguna razón, es normalmente aceptado entre los expertos.
¿Es una práctica habitual?

Apertil dijo...

Ufff El tema de los cortes en las óperas es un tema que da para largo y tendido. Cada ópera tiene su propia historia de cortes debido a variadísimas razones. Unas veces es a causa de conflictos en la época del estreno, otras que se escribe una parte para un cantante en concreto y al pasar el tiempo no hay humano que pueda con ella, otras es que los gustos cambian....Cada opera tiene su historia y sería necesario mirar sus avatares para saber por que se representa una versión concreta (De Don Carlos hay innumerables versiones) Muchas veces no hay mas norma que la costumbre. En fin, que no hay una razón en concreto.

Saludos