jueves, 15 de mayo de 2014

Leo Nucci: Un recital inolvidable.








En este programa no estaban incluidas las propinas, claro está. Y fueron por este orden:

Largo al factotum (Barbero de Sevilla)
Escena de la muerte de Posa (Don Carlos)
Cortigiani vil razza dannata (rigoletto)
Si vendetta tremenda vendetta (Por partida doble)
Non ti scordar di me
Di provenza il mar il suol (Traviata)

Fueron casi 45 minutos de "propinas" y como somos insaciables, los que estábamos en el teatro ¡¡¡Queríamos más!!!!


El mito.

Una de las características que adornan los tiempos modernos es el exceso de información; exceso del que cuesta separar la paja del grano y curiosamente, este exceso es la base que necesita el Marketing mal entendido que usa la intoxicación como transmisor de su mensaje. De esta guisa nos encontramos en el mundo de la ópera con mitos, falsos mitos, sostenidos por el mensaje adecuado en el caldo de cultivo adecuado.Por desgracia estos mitos no se sustentan en el buen hacer. No. Se sostienen por cuestiones que poco o nada tienen que ver con el canto.

Leo Nucci se aparecía en el "ciclo de lied", a mis ojos, como una leyenda viva, y estaba deseando comprobar si el mito había engullido al artista o si por el contrario el artista empequeñecía al mito. Y afortunadamente sucedió lo segundo: El artista está muy por encima del mito para fortuna de los que fuimos al teatro. Esto no quiere decir que el artista no tenga incondicionales, claro que los tiene, pero son incondicionales formados a la sombra del artista. Son incondicionales por convencimiento, no por asimilación de un mensaje equivocado.




El artista.

¿Qué es un artista? Una persona con el don de convertirte en incondicional de su arte. Sin intermediarios. A veces el artista es el dueño de su mensaje. Otras veces es el "puente" entre un mensaje previo y los espectadores. Y Nucci es sin duda un genuino representante del segundo tipo. Pero no podemos banalizarlo presentándolo como un mensajero de otro artista previo. Porque el gran Verdi no existiría si no hubiera quien le estudiara, le entendiera, y nos contara qué le hace sentir, qué mensaje nos manda a través de la partitura. Y con Verdi, Leo Nucci tiene línea directa.

Convendría explicar, para quien no lo haya experimentado, qué es lo que se siente cuando se transmite un arte que te llega dentro.

Cuando el arte te llega lo sientes sin dudarlo: se te funde en el alma. Y si tienes la posibilidad de explicarlo al mundo, tienes que estar preparado para canalizar un huracán de emociones que te nace de lo más hondo de ti. Cuando decides cual es la mejor manera de transmitirlo, lo interiorizas tan hondo como el propio menaje que te llegó. Y entonces, todo esto que parece inalcanzable, se torna fácil: Eres vehículo del sentimiento que fluye sin esfuerzo. Nunca lo cantas igual. Siempre encuentras algo distinto que ofrecer.

Naturalmente estamos hablando de esa sensación que te seduce, que te impacta mucho mas que el resto. Porque para alguien que lleva la música dentro, no resulta demasiado difícil expresar el mensaje que guarda el autor para nosotros. ¿Que quizá no lo cantas igual? No, no lo cantas igual. No todo te impacta de la misma manera. Pero es que el artista no es un robot. Y yo personalmente prefiero un artista que confiese lo que más le inspira. El arte tiene un punto de incertidumbre que lo hace especial. El arte le está vedado, por este motivo, a los autómatas.

El recital. (1ª parte)

A estas alturas cualquiera que lea esta entrada recordará el recital por dos motivos: "¿Hay una soprano en la sala?" Y por el clamoroso triunfo, los aplausos atronadores de un público que había pagado su entrada para escuchar a Nucci y le convenció a este que se alegraban mucho de haberlo hecho. Un triunfo que se ganó a pulso, porque contra lo que sucede con los falsos mitos, en el teatro estábamos aficionados a la música, entre ellos los abonados al ciclo de lied. Aficionados a la música, repito, no fanáticos de Leo Nucci. Aunque puede que después del recital consiguiera unos cuantos. Una noche de música con mayúsculas, que por lo que he podido leer, molestó. Luego hablaré de ello.

La primera parte constaba de piezas de diversos autores, entre ellas las de mi admirado y querido Tosti, como "Non t´amo piu", "Malia", "Marechiare". O "Dicitencello vuje" de Rodolfo Falvo. La "Italian Chambert Ensemble" que acompaña a Nucci desde hace 20 años en sus correrías, según confesó Don Leo, tuvo su momento solista con piezas de Ennio Morricone. Autor que junto con Nino Rota, que también fue perpetrado en la segunda parte, fueron incluidos en el programa. La verdad no entiendo bien el criterio de su inclusión en el recital. Ambos momentos solistas fueron como echar agua a matojos que queremos quemar. Eso y que en la primera parte tocaron con un volumen tal que casi me tapaban al bueno de Nucci (cada porrazo que le metía al piano, me taladraba el oído) contribuyeron a que saliera en el descanso con la indignación galopando a sus anchas por mi estado de ánimo. Aún así y todo pude comprobar que el teatro de la zarzuela no se comía, como un Neptuno que devoraba a sus hijos, las voces. Las de verdad, las voces bien proyectadas, de técnica depurada no se perdían por los recovecos del teatro.

Hasta cierto punto entiendo la crónica que apareció en cierto panfleto digital, si la referencias mas inmediatas eran Fabián Veloz o Rubén Amoretti que no se les oía ni aunque se lo mandara el  médico, es comprensible que piense, repito, (las portadas de los Dvd´s no son buenos libros de texto) que el Teatro es un monstruo insaciable que come sonido igual que Obélix devora jabalíes.





El recital. (2ª parte)

La segunda parte arrancó con tres preciosas canciones "Preghiera del poeta" "Sgombra o gentil" "Invocazione a Maria Addolorata" De Giuseppe Verdi. Tres joyas. Pero ¡ay! la "Italian Chambert Ensemble" volvió a la carga y el momento mágico se diluyó como un azucarillo en agua. Don Leo vino al rescate con una "Lolita" de categoría cantada con intención, con gusto. Fue una interpretación en toda regla. Una premonición de lo que vendría después. Un breve paréntesis con Aprile! de Leoncavallo, una defenestración orquestal ¡¡¡una más!!! de la deliciosa "Lo spazzacamino" de Verdi y "L`esule" de Verdi, Lied este que valió casi como una tercera parte del recital.

El recital. (3ª parte)

Y aquí la locura: Con la voz ya caliente y el artista absolutamente "on fire" se dispuso a dar lo mejor de si mismo. Por que si el aria de Fígaro a día de hoy no tiene parangón, la escena de la muerte de "Posa" del "Don Carlos" nos dejó con los pelos de punta. El artista estaba caliente y ya tenía la sala "calentita". Nunca pensé que diera 45 minutos de propinas. Y no es solo el tiempo. Era la calidad. Es inútil, por que sería incapaz de describirlo, retratar lo que supuso "Si vendetta tremenda vendetta" Inútil por que sería muy difícil de explicar cómo en tan poco tiempo, el artista entra en situación, como en tan poco tiempo apareció, Rigoletto. Yo ya he intentado en un párrafo anterior explicar algo de lo que a buen seguro siente Nucci y que le lleva a sacar al personaje de una forma tan creíble. Algo muy parecido pasó con "Di Provenza" Rigoletto dejó paso a Giorgo Germont y con él se fué Nucci en medio del agradecimiento sin límites del público.

El post-recital

Diríase que la noche del recital sería noche de regocijo para los aficionados. Pues no. Para pasmo del que aquí escribe hubo voces discordantes. Parece ser que Moral, el organizador del ciclo de Lied, andaba molesto con algunas críticas que había leído. El panfleto musical que he citado antes es una de esas voces discordantes. Lo malo de su crónica cómico-musical es que se ríe abiertamente del público como si éste estuviera loco. En algunas opiniones de foros, "florezidos" irredentos acusaban al publico de ser "groupies" de Nucci, el más anti-marketing de los cantantes, como si ello fuera delito. Habría que recordarle al susodicho que si ser "groupie" de un cantante fuera delito, el ya estaría cumpliendo condena. La sensación que me deja todo esto es que estos nuevos pseudo-gurús  intentan ser los pastores de los descarriados aficionados de la ópera, a los que tienen que domesticar para que se aplauda, sólo a aquellos que ellos deciden que deben ser  aplaudidos. Allí están ellos para llevarnos por el sendero correcto.

Miren ustedes. A Diós gracias, el público sigue siendo soberano. No se le manipula tan fácilmente. Y la prueba la tenemos en el Teatro Real, con un sonado divorcio público-teatro. Tal es el tamaño del divorcio que el propio teatro, para vergüenza ajena de los madrileños, ha prohibido a la web que vende las entradas "on-line", que ponga las entradas disponibles. En tiempos pasados cercanos ha habido funciones con 600 y más entradas disponibles. El 50% del teatro. Los años pasados han demostrado que ir en contra de los gustos del público es mal negocio. Aún teniendo al critico-palmero alistado en sus filas, el público se ha negado a tragar. Darle al público lo que pide no es lo fácil. Es lo sensato. El propio Moral sabía de esto, y combinó sabiamente estilos y autores. Y no le fué mal.

Conclusión

Quiero artistas como Nucci, que me lleven al entusiasmo a través de su música. Me importa bien poco que sean conocidos o no. Quiero ver Teatros al borde de la locura por que el artista entra en modo "on fire" y desata la locura. Y lleva al publico a dejarse las manos aplaudiendo. ARTISTAS.


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